martes, 19 de enero de 2010

CERCÓN (por Manolo Portero)


Cuando comencé mi vida montera, sobre principio de los años sesenta, la caza mayor se ejercitaba por unos pocos y se reducía a zonas muy concretas de nuestras Sierras. Me inicié monteando en el Cubillo, Upa y Palmilla y los principios como coto de caza de la Clica y las Corchas, lugares que monteábamos, por el sistema de “ganchos”, casi todos los domingos de la temporada de caza.

Solo existía la malla cinegética de Las Jarillas, en el resto ningún alambre cortaba nuestras cuerdas y barrancos. Las reses campaban por las umbrías y solanas sin mas limitaciones que las impuestas por las ordenes de veda y por los propios cazadores.

En los inicios de los setenta aumentó de forma espectacular la proliferación de la caza mayor, sobre todo en zonas donde nunca se habían visto reses cervunas (la Villaorquilla, el Canario, La Chirivía, etc.). Paralelamente disminuía de forma considerable la caza menor, muy especialmente el conejo, lo que originará un auténtico descalabro en toda la cadena trófica que tiene, sobre todo en el conejo, la base fundamental de su dieta.

Las autoridades medioambientales, obnubiladas con disparatadas posturas auspiciadas por “los verdes”, todas ellas tan llenas de ignorancia como vacías de contenido, asisten, sin poner remedio alguno, o para ser más exacto con la suelta de meloncillos multiplicando “los males”, a la practica desaparición del conejo y naturalmente de todos aquellos animales que hacen del mismo el centro de su dieta alimenticia (búho “gran duque”, águilas perdiceras, etc.) Al mismo tiempo, también ha ido desapareciendo el aficionado a la caza menor, limitado prácticamente a las aves de paso, lo que dio lugar a una verdadera eclosión de aficionados a las monterías.

El aumento del nivel de vida llevaron a las manchas “el no hay billete” y con ello la tergiversación de la caza. Se está confundiendo la afición a cazar con la afición a matar. Tras múltiples alambradas cinegéticas, se ha llegado al “cercón de guarros” en los que, como comentaba un amigo hace escasas fechas, cuando “entró” a cazar (¿?) , los jabalíes , acostumbrados al ruido del tractor que les trae la comida, rodearon su coche… ¡Sobran los comentarios! Lo curioso, al mismo tiempo que lamentable, es que en esos cercones, se matan muchas “bocas”, por supuesto tantas como se han soltado con anterioridad y la gente sale satisfechísima….Con todos mis respetos, se ha pasado del montero al matarife.

Resulta evidente que eso no es cazar. Cazar es otra cosa. En la caza, lo que realmente importa es la dificultad que se haya de vencer en cada momento, las quiebras del monte, el susurro del viento, la luz…el agua cristalina de un arroyo que se bebe con la mano, el olor a tomillo, pero sobre todo la res, auténticamente salvaje, que corre por sus querencias con muchas oportunidades de salvar no solo los perros sino el propio disparo.


¡Suerte a todos!

Manolo Portero

No hay comentarios: